21 Septembre 2012 : El Confidential

21 Septembre 2012 : El Confidential
« Para triunfar en la vida hay que ser un buen manipulador », par Iván Gil

 “Vivimos en una época histórica en la que el único método para triunfar en la vida es la manipulación de los demás. Nos utilizamos unos a otros como si fuésemos las piezas de un tablero que, cuando dejan de servir a nuestros fines, simplemente los dejamos de lado”. Así describe los mecanismos de movilidad social a El Confidencial la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen, que estos días presenta en España su último ensayo El abuso de la debilidad (Paidós). La autora, conocida por su anterior bestseller, El acoso moral, insiste en que “la manipulación se ha profesionalizado y globalizado” en todos los ámbitos de la vida pública y privada, desde el político y financiero, hasta el empresarial e, incluso, familiar. Por tanto, su lectura de la crisis no es tanto económica, sino de “falta de confianza en el prójimo”.

Los abusos de debilidad son una forma de violencia psicológica que debido a su repetición sistemática se acaban convirtiendo en una forma de abuso moral o coacción traspasando las fronteras de lo aceptable. Hirigoyen pone especial énfasis en la delimitación de estas fronteras. Para definirlas es necesario “plantearse continuamente la pregunta de si una actitud o comportamiento está dentro de lo admisible o no”.

La dificultad para delimitar las fronteras de lo que es o no aceptable es el principal problema que subraya la psiquiatra, por lo que defiende la creación de un marco legal para regular estos abusos. En Francia se ha legislado ya (ley 223-15) con el principal objetivo de proteger a las personas mayores, claras víctimas potenciales, en la gestión de sus bienes frente a los abusos financieros. En España, lamenta Hirigoyen, no existe ninguna de ley de este tipo, que en el caso de las participaciones preferentes hubiese sido determinante. Las herencias, que también suelen ser fuente de conflicto, son otro de los ámbitos en los que más se recurre a esta legislación.

La delgada línea entre las decisiones libres y las inducidas

Todos estos casos cuentan con la dificultad añadida de discernir la línea que separa las decisiones tomadas libremente de las tomadas bajo algún signo de coacción. “La libertad es la cuestión más importante porque, por ejemplo, una persona mayor puede dejar todo su dinero a una persona que la ayuda antes que a sus hijos, pero ¿cómo sabemos si esa decisión ha sido tomada por elección propia o, por el contrario, la han coaccionado?”, se pregunta Hirigoyen. Unas cuestiones nada sencillas de demostrar y que se producen en otros ámbitos relacionados con el acoso moral en el trabajo o en el matrimonio. Otros casos más claros presentados en el libro tienen que ver con los seguidores de algún tipo de secta, que en un principio entran a formar parte de ella de forma voluntaria, pero con el tiempo la coacción determinan sus actuaciones.

La manipulación –consciente o inconsciente– siempre se movió en una fina línea cargada de subjetividad, pero “en los últimos tiempos se han vuelto más confusas y difuminadas” debido, entre otras razones, “a la mundialización y a la popularización de internet”. Es por ello que la psiquiatra aporta una serie de características del perfil prototipo de los “buenos manipuladores” (a quienes también denomina impostores):

Megalómanos. Se trata de personas que construyen una imagen desmesurada de sí mismos creándose un mundo fantástico, de acuerdo con sus deseos de grandeza y omnipotencia. Son seguros de sí mismos e intentan en todo momento dar la impresión de fortaleza.

Seductores y finos estrategas. Como manipuladores saben adaptar su comportamiento, pero también sus principios y valores, en función de sus víctimas.

Mentirosos con un claro dominio del lenguaje. Son expertos en deformar la realidad mediante las mentiras parciales y el juego del doble lenguaje, puesto que controlar el discurso es una forma de controlar el pensamiento.

Ausencia de escrúpulos. Los tabús morales no existen para los “buenos manipuladores”, puesto que conciben a los demás no como una persona digna de respeto o compasión, sino solo como un objeto más o menos útil.

Tener la necesidad y el objetivo de servirse de los demás. Para ello utilizan la presión y el acoso verbal mediante la insistencia y la repetición continua hasta que sus víctimas acaban cediendo.

La ‘dictadura’ de la igualdad

La competitividad salvaje es, según Hirigoyen, uno de los elementos que más influyen en la adopción de estas actitudes, que en ocasiones se practican de forma inconsciente. “En una entrevista de trabajo hasta parece obligatorio exagerar sobre las competencias y rellenar esos huecos vacíos del currículum vítae con idiomas que apenas dominamos. En la empresa para vender un producto o posicionarse frente a los compañeros ocurre lo mismo. En realidad, estas manipulaciones se han convertido en la ley del mercado. Solo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que las empresas seducen a sus trabajadores mientras les sacan provecho y luego se desprenden de ellos de las peores maneras; los gabinetes y agencias de comunicación manipulan la realidad; los banqueros se aprovechan del desconocimiento financiero que tiene el ciudadano medio para engañarlo sutilmente, y así todo”, lamenta la autora.

Para Hirigoyen vivimos en una contradicción constante puesto que “nunca tuvimos tantas libertades como ahora, pero al mismo tiempo nunca hemos estado tan manipulados”. Su conclusión es que “la sociedad es facilitadora” de esta situación porque en todos los terrenos de la vida cotidiana existe expertos en estas prácticas. Además, añade la psiquiatra, “estamos muy condicionados por la uniformidad, vivimos en un mundo en el que prima la ambivalencia, es decir, a la vez que somos diferentes todos somos iguales, como si fuésemos un rebaño de ovejas. En la escuela, en casa o en los medios de comunicación nos dicen constantemente lo que debemos hacer y, si no somos de una determinada manera, no se nos acepta. Yo misma he trabajado en recursos humanos y sé que sólo se selecciona a la gente que sigue el modelo establecido, es decir, te contratan porque te adaptas a un formato y en el momento en el que seas diferente o crítico se te rechaza”.

La ética organizacional como solución

Esta realidad descrita por la autora de El abuso de la debilidad se basa en que el ímpetu cortoplacista de obtener resultados inmediatos, en lugar de pensar en el largo plazo. Como consecuencia, dice, el ciudadano vive en una manipulación permanente que lo único que acaba produciendo es una “insatisfacción global de toda la ciudadanía”.

Aunque Hirigoyen reconoce que es difícil salirse del camino marcado, propone como parapeto que cada uno defina muy bien su personalidad y su ética para saber decir basta cuando llegue el momento. “No podemos aceptar lo que nos echen en cara, debemos negarnos cuando sea necesario e imponer nuestro criterio. De este modo, podremos construir una especie de defensa contra la manipulación”. El estatus de víctima no es irreversible y puede superarse con la voluntad de afrontar el problema.

A pesar de este escenario, la autora es optimista con el futuro porque, dice, ya hemos empezado a identificar estos excesos y, poco a poco, se están implantando mecanismos correctivos. Ella misma da clases en la universidad sobre ética organizacional y empresarial y, cada vez más empresas galas crean sus propios comités de ética. “Hay muchos políticos y empresarios que quieren comenzar a gestionar con otras formas y la sociedad también se está dando cuenta y, en un tiempo no muy lejano, acabará reaccionando”.